En colchones con coloridas mantas, a base de sueros y con la bandera de su país en alto, estudiantes de las diversas casas de estudio de Venezuela han apostado a la huelga de hambre para lograr la libertad de presos políticos que por estar en desacuerdo con el modelo de gestión del presidente Hugo Chávez se encuentran en las prisiones pagando condenas o en la búsqueda de juicios justos.
Si nos remontamos al pasado son muchas las batallas lideradas por estudiantes quienes a pesar de cualquier pronóstico cumplieron su meta, recordemos, por ejemplo, ese 12 de febrero de 1814 donde el gran esfuerzo de jóvenes estudiantes, quienes con su inexperiencia con el uso de las armas lograron vencer a grandes tropas realistas. Hoy, el método de lucha es distinto y el propósito es otro.
Luchar por presos políticos apostados a las adyacencias de organizaciones internacionales como la Organización de los Estados Americanos (OEA), puede parecer pelear desde un lugar cómodo y para quienes lo piensen puede ser así, pero para otros quizás no. Podemos traer a flote la huelga de hambre de aquel ganadero, Franklin Brito, de cabellos grises y con gran masa corporal quien acabo muriendo sin ninguna respuesta clara. Entonces para que pelear si no se puede ganar.
Si bien es cierto y como reza refrán popular “el que no arriesga no gana”, es verdadero de igual forma que hay que saber por qué y en que apostar, si estos jóvenes que son el futuro de nuestro país reclaman y gritan con la boca cerrada por una justicia justa y no son escuchados, que podemos pensar de nuestros gobernantes.
Estos estudiantes valientes desde la auto proclamada “Operación libertad” erizan la piel de quienes de sus hogares siguen su odisea y de sus familiares quienes a pesar de todo los apoyan. Estemos de acuerdo o no con las medidas que tomaron y a propia voluntad debemos reconocer que no debe ser fácil luchar por otros ni menos en esas condiciones.
Por mi parte, y desde este espacio que comparto con ustedes, seguiré en mi lucha pero no tapare mi boca, ni amarrare mis manos, ni mucho menos me acostare en una plaza, peleare de la forma en que yo solo sé, expresando lo que siento y aprovechando la libertad que aún nos queda.